miércoles, 27 de junio de 2007

Hacia una defensa personal inteligente


¡LO QUE USTED DEBE TENER BIEN EN CLARO!


Es importante subrayar que no se puede desarrollar la Defensa Personal Inteligente sin un deseo sincero y un esfuerzo comprometido, es decir Competencia Emocional. No sirve asistir a un breve seminario, y tampoco vale comprar un manual de técnicas. Si su objetivo es convertirse en una persona capaz de aplicar con éxito cualquiera sea su método de autodefensa elegido, estas palabras pueden servirle como guía en sus esfuerzos para desarrollar una alta autodefensa emocional.


Potenciación o generación de competencias

Está comprobado que el ser humano tiene capacidad de adquirir nuevas competencias durante toda su vida, siempre que se den los estímulos apropiados y exista acceso a los recursos necesarios.

Competencias son comportamientos que algunas personas dominan mejor que otras, y que las hace más eficaces en una determinada situación. Las competencias son conocimientos, habilidades, actitudes e intereses, que en acción, diferencian de unas personas a otras.

En las prácticas se evidencian como actitudes positivas, características personales y conocimientos adquiridos. Una persona presenta un perfil de competencias emocionales adecuadas cuando demuestra cualidades requeridas para llevar a cabo determinadas acciones o tareas de índole intra e interpersonal (conoce sus fortalezas y debilidades, administra adecuadamente su energía, impulsos, tendencias y predisposiciones conductuales, maneja mejor los conflictos de su vida cotidiana; en fin, son conductas apropiadas agregadas al espectro emocional personal)


Las 5 Competencias Emocionales

Autoconciencia

Es el ingrediente primordial de la Competencia Emocional, es el “conócete a ti mismo”. Autoconciencia significa tener una profunda comprensión de las emociones, fortalezas, debilidades, necesidades y motivaciones propias.

Las personas que poseen un fuerte grado de autoconciencia no son ni agresivas ni pacifistas en exceso. Más bien, son honestas consigo mismas y con los demás. Quienes tienen un alto grado de autoconciencia saben cómo sus sentimientos los afectan a ellos, a otras personas y a su desempeño en la vida diaria.

La autoconciencia incluye la comprensión de los valores y objetivos individuales. Alguien que tiene conciencia de sí mismo sabe hacia dónde se dirige y por qué.

Autoconocerse es tener una idea exacta de sus puntos débiles y sus puntos fuertes y estar dispuesto a trabajar en sí mismo.

¿Cómo se puede reconocer la autoconciencia?

Por encima de todo, se deja ver como sinceridad y capacidad para autoevaluarse de manera realista. Las personas con una alta autoconciencia pueden hablar acertada y abiertamente (aunque no necesariamente de forma efusiva o “confesional”) sobre sus emociones y el impacto que tienen en su vida personal, familiar, laboral, social, etc.

La autoconciencia también se puede identificar durante las evaluaciones de desempeño en nuestras clases. Las personas que tienen conciencia de sí mismas saben (y hablan de ello sin problemas) cuáles son sus fortalezas y sus debilidades, y a menudo demuestran una sed de crítica constructiva.

Las personas autoconcientes también se distinguen por la confianza que tienen en sí mismas. Comprenden muy bien cuáles son sus limitaciones y es poco probable que, por ejemplo, se cuelguen la soga al cuello sobre exigiéndose en sus proyectos o tareas. Además, saben cuándo pedir ayuda. Y los riesgos que asumen son calculados; no demandarán desafíos que saben que no podrán manejar por completo. Juegan a la medida de sus posibilidades.


Autorregulación

Los impulsos biológicos dirigen nuestras emociones. No nos podemos librar de ellos, pero podemos hacer bastante por controlarlos.

La autorregulación, que es como una constante conversación interior, es el componente de la Competencia Emocional que nos libera de ser prisioneros de nuestros sentimientos. Las personas inmersas en tal conversación tienen malos estados de ánimo e impulsos emocionales como todos los demás, pero hallan formas para controlarlos e incluso canalizarlos de manera útil.

¿Por qué es tan importante la autorregulación en la Defensa Personal? Ante todo, las personas que dominan sus sentimientos e impulsos (es decir, las personas que son razonables) son capaces de crear un clima de confianza en el agresor y de firmeza en su propia actitud.

Las señales de autorregulación emocional, por lo tanto, son fáciles de ver: propensión a la reflexión y la contemplación; comodidad con la ambigüedad y con el cambio; e integridad, la capacidad de decir que no a los deseos impulsivos.


Automotivación

Si hay un rasgo que comparten virtualmente todos los maestros de artes marciales eficaces, es la motivación. Se sienten impulsados a obtener logros más allá de las expectativas (de las propias y de los demás).

La palabra clave es triunfar.

A las personas con potencial para desarrollar una alta eficacia en artes marciales y defensa personal les motiva un profundo deseo interno de lograr el éxito por el simple hecho de lograrlo.


Empatía

Empatía significa tener en consideración los sentimientos de los demás, junto con otros factores, en el proceso de toma de decisiones inteligentes.

Aprender a tener empatía (interiorizarlo como una respuesta natural a las personas) es mucho más difícil que convertirse en un experto de la técnica. Pero se puede conseguir. “Jamás se consiguió nada grande sin entusiasmo”, escribió Ralph Waldo Emerson.

Hoy, la empatía es un ingrediente de la defensa personal particularmente importante por al menos tres razones: El creciente uso de la violencia en los ataques; el rápido ritmo en que se desarrollan las acciones en situaciones difíciles, y La necesidad cada vez mayor de usar el cerebro antes que los músculos, máximo teniendo en cuenta que los agresores suelen estar armados y en grupo. Considere el desafío de enfrentar un ataque inevitable. Como puede atestiguar cualquiera que haya sido víctima de uno, las agresiones son calderos de emociones en ebullición.

En último término, la empatía juega un papel clave en la disuasión del agresor, particularmente en la actual violencia con que suelen desarrollarse las acciones y el éxtasis de poder que predomina en los atacantes producto de drogas o alcohol. Los verdaderos expertos en artes marciales siempre han utilizado empatía como una estrategia para lograr distraer la atención del atacante (observación), evaluar las posibilidades (orientación) y tomar las acciones correspondiente a la situación (decisión), sin olvidar jamás que al momento de actuar debe hacerlo a fondo (acción) y sin ninguna limitación moral, porque es mucho más lo que está en juego, que nuestras convicciones de respeto y tolerancia hacia los demás.


Habilidades Sociales

Como componente de la Competencia Emocional en la autodefensa, las habilidades sociales no son tan simples como suenan. No es sólo una cuestión de cordialidad, aunque las personas con dosis altas de habilidades sociales rara vez se enfrentan a situaciones difíciles que puedan paralizarlas.

Más bien, las habilidades sociales son cordialidad con un propósito: dirigir a los agresores en la dirección deseada, ya sea hacia no ser agredido o evitar un daño mayor. Aún cuando lo dejemos fuera de combate podemos tener serios problemas legales.

Las personas con habilidades sociales tienden a tener un amplio repertorio de palabra ante desconocidos y un don para hallar puntos comunes con personas de todo tipo; un don para llevar a cabo una estrategia engañosa que confunda al agresor. Eso no quiere decir que deban socializar; significa que asumen la importancia de enmarañar los planes del atacante. Dichas personas tienen un bagaje de acciones establecidas para cuando llega el momento de la acción. La habilidad social es la culminación de las otras dimensiones de las competencias emocionales.


Cuando en nuestros cursos los asistentes comienzan a explorar sus emociones frente a simulaciones de ataques -una tarea que nos lleva cuatro meses-, sorprende que el 80% de participantes no sienten tanto temor durante la acción, como a las consecuencias posteriores, a las secuelas que queden después de una situación límite, en cuanto a su salud, afectos, familias y problemas con la ley por las acciones emprendidas. Debido a ello es que nuestros programas apuntan en un 75% al desarrollo de Competencias Emocionales y Estrategias de Confrontación Mental y un 25 % a Técnicas y Tácticas Represivas en la lucha cuerpo a cuerpo.
De nada sirve conocer miles de técnicas si no somos capaces de aplicar solo una, debido a la falta de Competencias Emocionales.

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